Confía en que los logros a cuentagotas «no se detengan en algo tan mínimo ante la tragedia del pueblo». Ferrer cree que «la represión está llegando al límite mientras los cubanos siguen exigiendo cambios para sobrevivir», por lo que teme que los Castro «nos están empujando a un estallido social que sería un final dramático para 50 años de régimen totalitario». Por ello reclama al mundo que «aumente la presión hacia una salida definitiva».
Ferrer fue expulsado del centro habanero donde ejercía la medicina general por organizar marchas el día mundial de los derechos humanos. El 21 de julio de 2009 fue encarcelado por supuestos delitos comunes (comprar sacos de cemento en el mercado negro). El destacado disidente insiste en que «soy inocente, quedó demostrado, es un castigo por mi labor opositora pacífica y respetuosa de la ley, por soñar en conocer la libertad».
Tres huelgas de hambre, hacinamiento, temperaturas extremas, escasez de agua, alimentación deleznable, trato degradante, ratas y todo tipo de insectos: es el deprimente resumen de su vida en la cárcel de Valle Grande. Ferrer sale con anemia y neuropatías, pero «fuerte de ánimo y más comprometido que antes».
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