POR SUPUESTO
Angélica Mora
24 de septiembre de 2009
Apuntes de una Periodista
Texas – www.PayoLibre.com – Los integrantes del Club de la izquierda "Aves de un mismo Plumaje" revolotean en círculo en estos momentos en las Naciones Unidas, hermanados -como siempre- en empresas comunes que les beneficien.
El tema de Honduras fue introducido -tal como se veía venir- por el Ave con más peso y credibilidad en la comunidad internacional, por ser un pájaro solapado, quien apuesta sus plumas con astucia. Me refiero al presidente del Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva.
En su intervención en Asamblea de las Naciones Unidas, Lula "exigió" que se tratara la situación de Honduras, para que el presidente depuesto Manuel Zelaya pueda retomar el poder. Al abrir su alocución en la ONU, Lula señaló que no es él, sino la comunidad internacional la que exige que Zelaya sea restaurado a la presidencia de su país.
El mandatario brasileño forma parte de esa compacta cofradía izquierdista donde el lema ‘El Fin Justifica los Medios’ está grabado a fuego en cada uno de sus integrantes.
Lula fue comandando a representar al grupo, en la "exigencia" de llevar de nuevo a la Presidencia a uno de los suyos, el corrupto Manuel Zelaya.
A Lula, el encargo le fue hecho por el mismo Hugo Chávez, con quien comulga ruedas de carreta, pero evita pronunciarse muy abiertamente para no quemar sus plumas, aunque últimamente se ha arriesgado bastante con admitir a Zalaya en la embajada del Brasil en Tegucigalpa. También Lula hizo hincapié en el foro internacional que hay que “estar alerta” para que se pueda garantizar la seguridad de la misión diplomática de Brasil que se encuentra en Honduras y en la que Zelaya se encuentra en calidad de huésped.
Las aves lo han medido todo cuidadosamente. No en balde Chávez le dijo a Zelaya en su programa en vivo Aló Presidente: "ahora que te encuentras ahí (refiriéndose a la embajada) nosotros actuaremos..."
Y actuando están.
Chávez se impacienta porque los acontecimientos no se precipitan de una vez por todas. Está que revienta, dentro de su penacho rojo, por poner fin al asunto con Zelaya y devolverlo de una vez por todas al cargo. “Si yo lo hice por qué el no”, se pregunta sorprendido, por la lentitud con que van sucediéndose los capítulos del drama. En su caso, sólo duró 48 horas, con los militares que lo devolvieron al Sillón de Miraflores, donde piensa permanecer hasta que se muera, o posiblemente aún más allá, como su Venerado Maestro Fidel Castro.
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