miércoles, 14 de julio de 2010

PROHIBIDO OLVIDAR EL HUNDIMIENTO DEL REMOLCADOR 13 DE MARZO

Angélica Mora
Nueva York

Apuntes de una Periodista

¡Qué triste fecha!, hoy martes 13 de julio salen de la Isla 7 cubanos con sus familias en un día en que se recuerda, que hace 16 años, ocurrió la masacre del Remolcador "13 de Marzo".
Les entrego los relatos de dos sobrevivientes:
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Hundimiento del Remolcador 13 de Marzo

Relata Sergio Perodín

Las embarcaciones del Servicio cubano de Guardafronteras, que habían observado la tragedia sin impedirla, se percataron de la presencia de un barco griego que se dirigía a la bahía de La Habana. Entonces, con la intención de borrar la imagen de la masacre que se cometía, iniciaron las maniobras de rescate.

El remolcador 13 de Marzo, en el cual habíamos intentado huir de Cuba la madrugada del 13 de julio de 1994, estaba hundido. Los que habíamos tenido la oportunidad de asirnos a una nevera que permaneció flotando en el agua, logramos salvar nuestras vidas. Cuando todo terminó, habíamos sobrevivido 31 personas. Habían muerto 41, entre ellas varios niños. Mi esposa Pilar y mi hijo Yasser, de 11 años, estaban entre los muertos.

Preparativos

Desde mucho antes habíamos planeado la fuga. En un principio, durante mis vacaciones de ese año, hice contacto con un amigo cercano. Con él tuve la primera conversación sobre el tema. Ambos fuimos a ver a Raúl Muñoz, ex capitán del remolcador 13 de Marzo que en aquel momento capitaneaba otra embarcación de la Empresa de Navegación Mambisa. Se produjo entonces otro lazo importante para nuestros planes. Después de nuestro fructífero encuentro con Muñoz, nos reunimos con Fidencio Ramel Prieto, jefe de operaciones del puerto de La Habana y secretario del Partido Comunista de Cuba en aquel lugar. Había confianza. Muñoz y Ramel Prieto tenían el mismo deseo que nosotros de huir de Cuba.

Así, entre todos, planeamos los pormenores de la fuga. Antes del 13 de julio hubo tres intentos de abandonar el país, pero por diversas razones tuvimos que suspenderlos.

Finalmente, el día 13 logramos abordar el remolcador 13 de Marzo. Ramel Prieto tenía el barco bajo su control, inclusive la llave del motor y el timón. Es costumbre desactivar el timón de estas embarcaciones cuando se encuentran en puerto.

Y de sólo poner proa rumbo al Estrecho de la Florida, aún dentro de la bahía de La Habana, supimos que la Dirección de Seguridad del Estado conocía nuestros planes.

Cronología de los hechos

Zarpamos a unos 300 metros de la capitanía del puerto, que está en medio de la bahía. Bordeamos muy despacio el área de Regla, alejándonos lo más posible de la capitanía. Al pasar por el área de la capitanía un remolcador, del tipo conocido como Polargo, nos vino encima a unos 200 metros de la fortaleza de El Morro y nos lanzó los primeros chorros de agua con mangueras de alta presión.

Había gente en el Malecón habanero, parejas de novios, y comenzaron a gritar al ver que el Polargo trataba de hundirnos. Las mujeres y los niños subieron a cubierta para que los tripulantes del otro barco se percataran de que iban a cometer un asesinato. Ellos no se detuvieron. En medio de varias maniobras, el 13 de Marzo chocó con el Polargo, y en el incidente logramos poner proa hacia afuera. Al salir de la bahía a mar abierto, sin embargo, había otras dos embarcaciones Polargo esperándonos escondidas detrás de El Morro. Entre los tres barcos hacen un cerco al 13 de Marzo, y dos de ellos nos lanzan potentes chorros de agua. Comienzan entonces a alejarnos de la costa. Nos embestían y golpeaban, una y otra vez tratando de volcarnos. La maniobra no surtió efecto porque el 13 de Marzo era potente.

Entonces se colocó un Polargo delante de nosotros y otro detrás, este último era el que nos golpeaba. Así lograron quebrar la estructura del 13 de Marzo, el cual comenzó a hundirse por la popa. En ese momento, el Polargo de atrás nos "escoreó", es decir se montó encima de nuestra embarcación, la cual se hundió hasta la mitad. Unas 30 personas quedaron atrapadas en la bodega del 13 de Marzo. Los que logramos salir a la superficie vimos que las tres naves Polargo giraban a nuestro alrededor a alta velocidad, tratando de hundirnos. Se mantuvieron haciendo remolinos durante 40 minutos. Era evidente que tenían el propósito de no dejar sobreviviente alguno que luego se convirtiera en un peligroso testigo. Entre 15 y 18 personas que salimos a la superficie nos asimos a una nevera que flotaba. Asi pudimos salvarnos. Mi pequeño hijo Sergio estaba aferrado a mí. No sabíamos nada del resto de la familia.

Rescate a "regañadientes"

Para nuestra sorpresa, vimos que los tres Polargos quedaron quietos y una lancha torpedera de Guardafronteras entró hasta donde flotábamos. Nos recogieron. Al subir a la lancha nos percatamos de que un barco de bandera griega, que se encontraba a unos 800 o mil metros de distancia, trataba de entrar a la bahía de La Habana. Comprendimos entonces por qué habían detenido la masacre y nos habían recogido. La lancha torpedera sabía, desde el principio, lo que estaba ocurriendo. Nos había seguido y sus tripulantes habían sido testigos del hundimiento del 13 de Marzo. Nos recogieron a las 4 de la madrugada y nos mantuvieron dando vueltas en el mar hasta las 11:30 a.m., cuando recibieron la orden de conducirnos a Jaimanitas. Cuando llegamos a una base naval de aquel lugar, había coroneles y generales. Nos encerraron en calabozos hasta las 6 de la tarde. A esa hora, seis niños y cinco mujeres que había entre los sobrevivientes fueron llevados a sus casas. A los hombres nos trasladaron a Villa Maristas, la sede de la Dirección de Seguridad del Estado. Allí permanecimos por espacio de 20 días, tras los cuales nos impusieron prisión domiciliaria.

Un nuevo intento

Con mucho esfuerzo, en tan difícil situación, fabricamos una balsa a escondidas, y el 23 de agosto nos lanzamos de nuevo al mar. A unas 50 millas de Cuba fuimos rescatados por embarcaciones del Servicio de Guardacostas de Estados Unidos y enviados a la Base Naval de Guantánamo. Por razones humanitarias, especialmente por mi hijo Sergio, que huyó conmigo, el 24 de enero de 1995 cuatro miembros de nuestra familia, todos sobrevivientes del hundimiento del 13 de Marzo, recibimos un permiso "bajo palabra" del gobierno de Estados Unidos para viajar a Miami.Voy a luchar, hasta donde me alcancen mis fuerzas, para que el crimen que se cometió con el 13 de Marzo no quede impune.

Perodín narró la tragedia del 13 de Marzo ante un comité del Congreso de Estados Unidos, en febrero de 1995, ante la Comisión de Derechos Humanos de la ONU ese año y ante dos subcomisiones del Congreso de Venezuela, en abril de 1995. Su relato ha sido recogido también en documentales, noticieros y libros. En primera persona, ha contado su testimonio.
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Sobreviviente de la Masacre Relata el Hundimiento del Remolcador “13 de Marzo.”
Testimonio de Jorge Alberto Hernandez Avila

A mediados de junio yo me uní a un grupo para hacer preparaciones para buscar la libertad, eso es irme de Cuba. Se hicieron reuniones secretas para preparar el viaje. Finalmente, nos pusimos en contacto con el capitán de un remolcador de la bahía de La Habana que podía sacarnos fuera de Cuba. Todo esto fue hecho de manera muy discreta para burlar la vigilancia y poder salir de Cuba.

El remolcador era el “13 de Marzo”. El capitán, Raúl Muñoz García, acordó con las familias el plan para escapar de Cuba. Entonces alguien del grupo recomendó a un individuo que estaba encargado de la seguridad del puerto de La Habana que podía ayudarnos. Esta persona era un miembro de la policía de la seguridad del estado y trabajaba allí, en el puerto, como civil.

El viaje estaba planeado inicialmente para el viernes pero se pospuso porque en días anteriores un remolcador fue secuestrado para Miami. Nosotros no éramos los únicos tratando de escapar. Por eso, se decidió salir el próximo miércoles. Por el secuestro anterior y el ambiente general que se vivía en La Habana, la policía estaba vigilando continuamente al pueblo buscando a cualquiera que estuviera tratando de salir del país. El martes 12 de julio del ’94, se acordó que iba a ser la hora de escapar.

Comenzamos la ejecución del plan, no sabiendo o imaginando lo que iba a pasar. Llegamos al muelle alrededor de las 3:00 am. Un grupo preparó la embarcación mientras otros abrieron un portón del muelle para que el resto pudiera montarse en el bote. Todo iba bien y nos alejamos del muelle. Entonces nos vió un barco mercante cubano que nos debió de haber reportado al Ministerio del Interior.

Había más remolcadores en el puerto. Los más modernos, los Polargos 2,3,y 5, fueron despachados para detener el “13 de Marzo.” El “13 de Marzo” era un barco fuerte de madera, pero los que nos perseguían estaban hechos de hierro y eran más veloces. El “13 de Marzo” avanzaba tratando de escapar pero uno de los Polargos nos alcanzó y nos inertceptó colocándose justamente delante de la proa. Los remocadores chocaron. Este choque lo sentimos y depués nos enteramos que muchas personas que entaban en el Malecón habían sigo testigos también. El choque causó que muchos perdieran el balance y calleran. Algunos sostuvieron heridas en sus cabezas, bocas, y cuerpos. Las mujeres y los niños comenzaran a llorar.

Después del choque, los Polargos rodearon el remolcador, ya estábamos saliendo del puerto, mar abierto. Fue entonces cuando nos empezaron a agredir con chorros de agua de alta presión. Entonces, los Polargos empezaron a chocar contra a los lados el “13 de Marzo.” Los golpes de los remolcadores de hierro se sentían. Estaban tratando de hundir el “13 de Marzo.” Cuando estábamos un poco más lejos de la costa, los Polargos comenzaron a pegar más duro y con más frecuencia. Los chorros de agua a alta presión no paraban y mucha gente se refugiaba en el cuarto de máquinas debajo de la cubierta.

Mientras todo esto estaba pasando, podíamos ver a un guardacostas cubano muy cerca, a unos 200 metros del “13 de Marzo.” A pesar de todo esto, el “13 de Marzo” siguió avanzando una hora y 15 minutos más a pesar de los golpes, los gritos y el llanto, tratando de escapar del abuso y del terror. Las mujeres levantaban a sus niños tratando de mostrárselos a los que nos atacaban. A gritos, les pedimos a los marineros que estaban en los Polargos que pararan porque que iban a matar a mucha gente. Ellos siguieron, con más fuerza, tratando de hundirnos.

Alrededor de las 4:15 de la mañana el Polargo 5 vino de atrás del “13 de Marzo” y chocó otra vez con la popa del “13 de Marzo” y eso ya fue lo que causó que comenzáramos a hundirnos.

Después del último impacto, el “13 de Marzo” empezó a llenarse de agua, la proa empezó a subir mientras la embarcación entera se viró hacia la derecha. Ya muchos de nosotros estabámos heridos, algunos seriamente y otros posiblemente muertos. Cuando caí al agua, ví al capitán flotando en el mar, muerto. Esto estaba pasando después de un minuto y 30 segundos. Todo pasó muy rápido.

Cuando ocurrió el impacto final del remolcador que finalmente lo hundió, habían muchas mujeres y niños atrapados en el cuarto de máquinas. Todos ellos se sumergieron y murieron cuando el “13 de Marzo” fue hundido.

El hundimiento ocurrió a alrededor de 14 o quince kilometros de la costa, en el mar. Después del hundimiento, los remolcadores que nos atacaron y hundieron, se echaron hacia atrás unos 200 metros y no hicieron nada para ayudar a la gente que se ahogaba y pedía ayuda a gritos desde la oscuiridad en el agua. Ni los gritos y súplicas de las mujeres, ni los llantos y gritos de los niños antes de ahogarse pudieron causar que los malvados que nos hundieron nos ayudaran.

La tripulación de los remolcadores que nos hundieron esperaron alrededor de 20 minutos, y fue entonces cuando empezaron a tirarnos los salvavidas. En esos 20 minutos muchas gente perdió su vida en el mar.

Yo nadé hasta coger un salvavidas y pude conseguir dos. Entonces escuché a una mujer y a su hijo gritando, pidiendo ayuda. Nadé hacia ellos y les dí uno de los salvavidas. Entonces le dí el otro salvavidas a uno de mis amigos que estaba casi muerto. Seguí nadando alredodor de otros 30 minutos hacia el bote que nos hundio, el Polargo 5, y les grité para que nos recogieran. Ellos me dijeron, a mí y a otros, que ellos teníamos que nadar hacia el guardacostas si queríamos ser recogidos. Por eso fue que mucha más gente se ahogó.

Al cabo de otro rato, pude subir al remolcador. Estuvimos allí hasta el amanecer. Una vez a bordo, nos dimos cuenta enseguida que en el remolcador había agentes de la seguridad del estado dentro del barco. La tripulación regular del Polargo 5 no estaba allí. Tan pronto fuí puesto en el bote me amarraron las manos atrás de la espalda.

Fuimos tranferidos a otro barco y nos llevaron a Jaimanitas. Cuando llegamos, allí habían muchos militares como esperándonos. Eran generales, coroneles y mayores. Nos preguntarron acerca de los que había ocurrido. Todos ellos se veían muy nerviosos.

Fuimos a una cárcel, la cual fue vaciada para que nadie nos pudiera hablar. Los militares empezaron a preguntarnos acerca de cuánta gente había y cuantos murieron. Se nos mantuvo bajo cuatodia todo el tiempo. Entonces fue que nos dimos cuenta de que éramos 20 hombres, 5 mujeres y 6 niños los que habíamos sobrevivido de los 73 que comenzamos la jornada.

Estuvimos detenidos durante todo el día y rechazamos comer comida alguna. Hacia el anochecer fuimos transferidos al cuartel general de la policía. Durante el tiempo que estuvimos encarcelados nos propinaron muchas presiones sicológicas. A los hombres se nos mantuvo desnudos, y se solamente se nos permitió sentarnos en el piso fijando la vista hacia el frente. Después de un rato se nos dió ropa de prisionero. Empezaron las interrogaciones. Los interrogantes nos dijeron que estábamos siendo acusados de piratería, que éramos asesinos y que seríamos ejecutados a no ser que hiciéran\mos una declaración declarándonos culpables.

Yo traté de sobreponerme varios días. Me enseñaban las declaraciones que otros habían hecho para convencerme a mí y al resto de los sobrevivientes que hiciéramos lo mismo. A pesar de haber aguantado hasta el último minuto, accedí, me dijeron que recogiera mis cosas y que me iba.

Caminamos por una serie de pasillos estrechos en un sotano y finalmente a una oficina. Allí se me dijeron que me estaban informanado la decisión del tribunal. Yo no sé qué tribunal porque yo no fui juzgado. Me dijeron que podía irme, pero que no podia ir a fiestas sociales o reunirme con ciertas personas como con grupos de derechos humanos o seria llevado devueltas a la cárcel. Se me informó que tenia que reportar a la de seguridad del estado cada mes y pedir permiso si quería salir de Ciudad Habana.

Fuí llevado a mi casa por un mayor, el cual le dijo a todo el mundo en la casa y en la cuadra que yo habiía estado en el remolcador. El militar le cdió órdenes a los vecinos que me vigilaran y le reportaran a la policia si yo hablaba de lo que nos pasó o si salía de la casa. Ya despues de esto es cuando Fidel Castro abrió las playas y la policía dejaba a la gente irse.

El gobierno de Cuba trató de explicar el desastre proponiendo que el “13 de Marzo” era un barco muy viejo y que no era navegable. Pero la verdad es que el “13 de Marzo” había sido completamente reconstruído 3 meses antes. Ninguna fuente oficial pudo explicar- sin reconocer el hundimiento asesino perpetuado- como balsas improvisadas pueden cruzar el Estrecho de la Florida y un remolcador reconstruído no pudo casi ni salir de La Habana.

Los sobrevivientes trataron de honrar y recordar a las víctimas asesinadas con oraciones y reuniones muy discretas en sus casas. Algunos escribieron por carta a la Sección de Intereses de los Estados Unidos explicándoles lo que verdaderamente pasó. Era ya el 26 de agosto. Al día siguiente, agentes de la seguridad vinieron a mi casa, eran alrededor de las 7:00 de la mañana. Le dijeron a mi madre que me dijera que reportara al cuartel de la policia, sede de la seguridad.

Ya para entonces yo estaba en casa de un amigo, otro sobrevivente, ayudándolo a terminar una balsa que venían construyendo. El 29 de agosto salimos de Cuba otra vez. Nos recojieron el 30 de agosto al medio dia a unas 22 millas de Cuba.

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