viernes, 13 de febrero de 2009

Lo que siembres para Cuba.

Para nosotros los cubanos, tanto en Cuba como en el exilio; llevamos a cuestas cincuenta años de dictadura.

Para muchos, la revolución ha sido un manjar suculento. Esos, son los que apoyan y respaldan la mal llamada revolución, o robolucion.

Para los que quedaron atrás, aquellos que viven soñando con un cambio.

Nosotros, los que soñamos con el regreso, con la libertad y con la libre expresión para ellos,

solo nos resta esperar, labrar y exigir libertad para nuestro pueblo.

Para nuestro muertos, para los perdidos, para ese presidio político,

nuestras oraciones y nuestro deber de que el que siembra su maíz recogerá de ese pilón.

Ese es nuestro pilón, la libertad para todos.

IRivero

miércoles, 11 de febrero de 2009

Carta a Obama....

CARTA DESDE CUBA

muy importante..........

Carta para Barack Obama y todos aquellos que quieren ayudar!

Estimados señores y señoras,
Soy cubana, vivo en Cuba y me tomo ahora el tiempo de enviarles esta nota porque pienso que ustedes pueden entender y amplificar mi preocupación. Me preocupa lo que se comenta acá sobre la nueva administración de los Estados Unidos.
Ojo, cuando digo, "lo que se comenta acá" no me refiero ni al Gramma, ni a las mesas redondas ni a las otras vías de propaganda del Partido. Hablo de lo que comentan los cubanos como yo, esos que de vez en cuando, aprovechando la oportunidad, leemos lo que escribe Yoanis, o lo que dicen en España, o en Miami.
Hablo de los cubanos que nos mantenemos tranquilos, porque hay que seguir comiendo, criando los muchachos y, para eso hay que cuidar el trabajo.
Dice la gente acá que van a quitar el bloqueo; que Obama va a permitir las remesas y que muchos países de América Latina van a venir a nuestra ayuda. Dicen, en fin, que va a ser peor el remedio que la enfermedad
De que ayuda y de que bloqueo hablan allá afuera?
Aquí nosotros entendimos hace tiempo que no existe tal bloqueo y sabemos muy bien en qué se convierte la ayuda del exterior.
Soy madre de tres muchachos que, como yo, nacieron después de 1960 y todos hemos tomado Coca y Pesicola, todos hemos usado Nike y de cuando en cuando hemos com ido un pedazo de pollo o una cebolla proveniente de las "entrañas del monstruo" (Por cierto,! muy sabroso el monstruo!)
Caballeros, lo que necesitamos los cubanos de Cuba que vivimos en Cuba, los que batallamos cada día con el calvario que nos construimos nosotros mismos, es que nos devuelvan nuestros derechos civiles. Simple y sencillamente.
Lo que necesitamos es que nos devuelvan nuestro derecho a optar, a escoger, que nos devuelvan la posibilidad de entrar o de salir, la libertad de leer o publicar, la libertad de existir sin tener que estar pensando en lo que interpreta el vecino o lo que va a considerar el CDR
No necesitamos que levanten el bloqueo, necesitamos que nos dejen tener Internet, necesitamos, que nos dejen tener un pasaporte y que no nos consideremos asociales o vulgares delincuentes cuando no tengamos el mismo punto de vista que el comentarista de la televisión o el maestro.
No necesitamos que quiten el bloqueo; necesitamos que nos quiten la libreta de abastecimiento y todas las otras enmarañadas trabas que nos impiden decidir que hacer con nuestro Moskovich, ese que conseguimos como "obrero destacado" es decir, como ciudadano modelo y de cierta manera incondicional.
No necesitamos ni de inversión, ni de asesoramiento, ni de dirección, ni de ayuda extranjera, necesitamos que se nos deje hacer. Que nos devuelvan nuestro derecho a nuestro país, a nuestros recursos, a nuestro mercado, a nuestra oferta y a nuestra demanda. Eso es lo que necesitamos!
Hay en el mundo hoy suficientes ejemplos de lo que son capaces de hacer la inteligencia y el trabajo de los hijos de esta isla y de su cultura: los cubanos.
Entonces, estimados señores, lo que necesitamos es una mano para que podamos recuperar poco a poco los cuernos de nuestro toro sin tener que pasar por el caos social, las mafias o los baños de sangre.
No necesitamos que levanten el bloqueo, ni que nos manden muchas ayudas. Y, como dice la gente acá, si ambas cosas sucedieran antes de recuperar los derechos civiles, el comercio con los Estados Unidos irá a engrosar las páginas de la libreta de racionamiento. De la misma manera que las ayudas se incorporarán a las ofertas de la shopping o a las gratitudes que el gobierno ofrece a cambio de fidelidad.Por favor, Excelencia Señor Presidente, Barack Obama, reflexione antes de tomar una decisión. Y evite poner nuevos recursos en manos de los déspotas; piense que los cubanos no somos estúpidos, no nos creemos el cuento del bloqueo, pero lamentablemente, no tenemos los recursos. Como dice la gente acá, la mayoría de nosotros se bebe una CocaCola en cuanto tiene deseos, pero solo una minoría sabe qué es una cuenta en un banco o un titulo de propiedad.

Reciban mis respetuosos saludos,
Mayra del Montón (no es mi nombre por supuesto)

martes, 10 de febrero de 2009

Carta de José Conrado Rodríguez Alegre

Carta abierta al General de Ejército Raúl Castro Ruz,
Presidente de la República de Cuba.


Estimado Señor Presidente:


Hace quince años me atreví a escribirle al entonces jefe del Estado cubano, Doctor Fidel Castro Ruz, por aquel entonces Presidente de nuestro país. La gravedad de aquella hora me lo impuso como un deber para el bien de la Patria. La gravedad de esta hora me impone escribirle a Ud. para hacerle partícipe de mis preocupaciones actuales. ¿Debo acaso describirle la situación de nuestro país? La crisis económica afecta a todos los hogares y hace que las personas vivan angustiosamente preguntándose: ¿qué voy a comer o con qué me voy a vestir? ¿Cómo conseguiré lo más elemental para los míos? Las dificultades de cada día se tornan tan aplastantes que nos mantienen sumidos en la tristeza y la desesperanza. La inseguridad y el sentimiento generalizado de indefensión provocan la amoralidad, la hipocresía y la doble cara. Vale todo porque nada vale, más que la sobrevivencia a todo precio, que luego descubrimos que es “a cualquier precio”. De ahí que el sueño de los cubanos, en especial de los más jóvenes, sea abandonar el país.

Parecería que nuestra patria está ante un callejón sin salida. Como hombre de fe, sin embargo, yo creo que Dios jamás nos pone ante situaciones absolutamente desesperadas. Creo firmemente que nuestro camino como nación y como pueblo, no acaba en un precipicio ineluctable, en una realidad de desgracia irreversible. Siempre hay una solución, pero se necesita audacia para buscarla y encontrarla. En sus recientes y urgidos llamamientos a trabajar con tesón incansable creo reconocer una peculiar y certera percepción de la gravedad del momento, pero también, que Ud. considera que la solución depende de nosotros. Pero como decía aquel slogan convertido en chiste… “No basta decir pa’lante, hay que saber pa’ dónde”.

Hemos vivido culpando de nuestra realidad al enemigo, o incluso a los amigos: la caída del bloque de países comunistas en Europa del Este, junto con el embargo comercial de los Estados Unidos se han convertido en el totí que carga con todas nuestras culpas. Y esa es una cómoda pero engañosa salida ante el problema. Como decía Miguel de Unamuno, “solemos entretenernos en contarle los pelos que la esfinge tiene en su cola, porque nos da miedo mirarla a los ojos”.

No basta, General, con resolver los problemas, ciertamente graves y urgentes, de la comida, o del techo, que en los recientes huracanes, tantos compatriotas acaban de perder “con sus pobres enseres: miedos, penas”. Estamos en un momento tan crítico que debemos plantearnos una profunda revisión de nuestros criterios y de nuestras prácticas, de nuestras aspiraciones y de nuestros objetivos. Y aquí cabría, con todo respeto, recordar aquellas palabras que nuestro Apóstol nacional José Martí le escribió al Generalísimo Gómez en una situación en cierto modo semejante: “No se funda un pueblo, general, como se manda un campamento”.

El mundo está cambiando. La reciente elección de un ciudadano negro para ocupar la primera magistratura de un país antiguamente reconocido como racista y violador de los derechos civiles de los negros, nos dice que algo está cambiando en este mundo. La encomiable y fraternal preocupación de nuestros hermanos del exilio ante los fenómenos meteorológicos que recientemente han golpeado a nuestro pueblo, y su ayuda generosa, desinteresada e inmediata, son el signo de que algo está cambiando entre nosotros. El gobierno cubano que Ud. hoy encabeza, debe tener la audacia de encarar esos cambios con nuevos criterios y nuevas actitudes.

Nuestro país ha reaccionado con valor cuando un gobierno foráneo ha querido inmiscuirse en nuestros problemas nacionales. Sin embargo, cuando se trata de la violación de los Derechos Humanos, no solo los gobiernos, sino hasta las personas individuales, los simples ciudadanos, de dentro o fuera del país, tienen algo que decir. En su Carta desde la Cárcel de Birminghan, Martin Luther King dijo: “La injusticia particular es una amenaza a la justicia universal. Estamos atrapados en una red ineludible de reciprocidad, unidos en un único tejido del destino. Lo que afecta a uno directamente, afecta a todos indirectamente”. Tenemos que tener la enorme valentía de reconocer que en nuestra patria hay una violación constante y no justificable de los Derechos Humanos, que se expresa en la existencia de decenas de presos de conciencia y en el maltrecho ejercicio de las más elementales libertades: de expresión, información, prensa y opinión, y serias limitaciones a la libertad religiosa y política. El no reconocer estas realidades, para nada favorece nuestra vida nacional, y nos hace perder el respeto por nosotros mismos, a nuestros ojos y a los ojos de los demás, amigos o enemigos.

La causa de la paz, interna y externa, y la prosperidad misma de la nación, se enraízan en el respeto incondicional a esos derechos que expresan la suprema dignidad del ser humano como hijo de Dios. Y guardar silencio sobre esta realidad, pone sobre mi conciencia un peso tal, que no me siento capaz de soportar. Y ésta es para mí, mi manera de servir a la verdad y de ser consecuente con el amor que siento por mi pueblo.

Le confieso, general, el disgusto y la tristeza que me ha causado saber que nuestro gobierno ha rechazado, al parecer por razones ideológicas o de diferencias políticas, la ayuda que querían enviar EEUU y varias naciones europeas, para los damnificados por los ciclones que azotaron nuestra tierra. Cuando uno cae en desgracia, (y eso le puede suceder a cualquiera, también a los poderosos), es la hora de aceptar la ayuda que se brinda, porque esa ayuda revela un fondo de buena voluntad ante el dolor, de solidaridad humana, incluso en aquellos que considerábamos nuestros enemigos. Darle la oportunidad al oponente de ser bueno y de hacer lo justo, puede sacar a flote lo mejor de nosotros mismos, y del otro, haciéndonos cambiar viejas actitudes y curar resentimientos dañinos. Nada contribuye más a la paz y la reconciliación entre los pueblos que este saber dar y recibir. La frase de San Francisco de Sales, válida en las relaciones interpersonales, también lo es entre países: “más moscas se cazan con una gota de miel, que con un barril de vinagre”. Como dijo su Santidad Juan Pablo II en su visita a nuestro país: “que Cuba se abra al mundo y que el mundo se abra a Cuba”. Pero si seguimos con las puertas cerradas nadie podrá entrar, por más que lo desee. Un signo de esperanza para mí es la participación y mayor espacio que se le ha dado a CARITAS para ayudar a nuestro pueblo. Eso merece un especial reconocimiento y es un cambio positivo y esperanzador.

Créame, Señor Presidente, no le escribo para presentarle una lista de quejas y agravios sobre nuestra realidad nacional, aunque si así lo hiciera esa lista podría ser muy, muy larga. La verdad, he querido hablarle de cubano a cubano, de corazón a corazón. Un gran amigo mío sacerdote, ya fallecido, solía decirme: “un hombre vale lo que vale su corazón”. En el entierro de su esposa, al verlo a Ud. rodeado de sus hijos y nietos, conmovido hasta las lágrimas, yo percibí que es Ud., un hombre sensible. Y yo pienso que mayor sabiduría hay en el corazón de un hombre bueno que en todos los libros y bibliotecas de este mundo, pues como dice la canción: “lo que puede el sentimiento no lo ha podido el saber, ni el más alto proceder, ni el más ancho pensamiento…”. Por eso apelo a su sentido de responsabilidad, a su bondad, para decirle que no tenga miedo, que sea audaz en emprender un nuevo camino diferente en un mundo que está dando tantas señales de cambiar a mejor. Como le dije a su hermano hace 15 años, todos los cubanos somos responsables del futuro de la patria, pero por el cargo que Ud. ocupa, por el poder que ahora tiene, esa responsabilidad recae de manera especial en Ud.

Si Ud. decide emprender ese camino de esperanza, cuente conmigo, general. Me tendrá en primera fila, para ofrecerle a Cuba, una vez más, lo único que tengo: mi corazón; y a Ud. mi mano franca y mi colaboración desinteresada. Así haremos realidad el sueño martiano de hacer una patria “con todos y para el bien de todos”.

Quiero terminar con unas palabras que dijo nuestro actual Papa, Benedicto XVI en 1968: “Aún por encima del Papa como expresión de lo vinculante de la autoridad eclesiástica, se haya la propia conciencia, a la que hay que obedecer la primera, si fuera necesario incluso en contra de lo que diga la autoridad eclesiástica”. Si eso vale para la autoridad eclesiástica cuyo origen considero divino, vale para toda otra autoridad humana, por poderosa que ésta pueda ser. Con mis mejores votos,

José Conrado Rodríguez Alegre, Pbro.
Párroco de Santa Teresita del Niño Jesús.

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