ABC
«La guerra
ha empezado y Johnny ha de luchar / quisiera a su lado mis días pasar», decía
una vieja canción sobre una de las historias más fascinantes y olvidadas de la
Guerra de Secesión: la protagonizada por Loreta Janeta Velázquez.
Envuelta en misterio, tachada de mentirosa y prostituta durante años, y con una
biografía controvertida, esta inmigrante cubana de Nueva Orleans fue una mujer
adelantada a su tiempo que transgredió todas y cada una de las normas de su
época. ¿Cómo? Cometiendo la osadía hacerse pasar por un hombre y alistarse como
soldado del Ejército confederado para combatir junto a su marido en la Guerra Civil americana.
Aunque Loreta
nació en La Habana en 1842, en el
seno de una adinerada familia aristocrática, pronto emigró a Estados Unidos.
Allí recibió una educación tradicional centrada en formarla como una mujer
refinada que supiera coser y tocar el piano. Sin embargo, su fuerte carácter
afloró y pronto se distanció del papel que le habían reservado. Primero, cuando
en Nueva Orleans se
trasladó con su tía y se pasaba los días vistiéndose con la ropa de su primo,
y, segundo, cuando sus padres quisieron obligarla con 14 años a casarse con un
cubano del que ella no estaba enamorada.
Desobedeciendo
a sus padres, Loreta se fugó y se casó con John Williams, un oficial de Texas con el que tuvo tres
hijos y que fue el detonante de que esta rebelde llevara a cabo su mayor
transgresión.
De Loreta a Henry
Poco después
de morir sus tres hijos, su marido decidió
alistarse en el Ejército confederado. Loreta, que tenía 19 años,
intentó convencerle de que no lo hiciera y, en caso contrario, para que le
dejara acompañarle. Pero William no aceptó ninguna de las dos cosas.
Loreta no estaba dispuesta a dejar marchar a su marido
y quedarse sola
Loreta no
estaba dispuesta a dejar marchar a su marido y quedarse sola en casa,
soportando la idea de no volver a verlo jamás, así que se puso en acción:
utilizando su riqueza, consiguió reclutar y equipar a un batallón de
infantería de 236 soldados, en apenas cuatro días, e ir a Pensacola en
busca de William creyendo que aquello agradaría a su marido y les daría la
posibilidad de permanecer juntos durante la guerra.
Siendo
mujer, sin embargo, aquello no era tan fácil. Se cortó el pelo, se compró un
bigote y una perilla falsos, se mancho el rostro, el cuello y las manos para
endurecer su aspecto, le encargó a un sastre un uniforme de oficial confederado
y, finalmente, se cambió el nombre por el del teniente Henry T. Buford.
En un tiempo record, Loreto paso de ser una refinada ama de casa a un duro
soldado.
La muerte de su marido
Cuando
Loreta llegó a Pensacola, en el estado de Florida, y presentó las
tropas a su marido, el cabreo de éste fue monumental porque había desobedecido
sus instrucciones. De cualquier forma, el disgusto no le duró mucho al bueno de
William, porque falleció poco después a causa de un accidente con su arma de
fuego durante un entrenamiento.
En la Guerra Civil americana murieron más de 600.000
personas
Devastada
primero por la muerte de sus tres hijos y ahora por el fallecimiento de su
amor, Loreto decidió no revelar su verdadera identidad y continuar luchando al
frente de su regimiento como si ya nada tuviera que perder, en medio de una
guerra en la que perdieron la vida más de 600.000 personas.
Intervino en
las batallas de BlackburnŽs Ford, Bull Run, Ball’s Bluff, Fort
Donelson y, por último, en Shiloh, donde resultó herida de gravedad.
Fue durante su cura cuando el médico descubrió que Henry T. Buford era en
realidad una mujer llamada Alice William, nombre que solía utilizar Loreta
Velázquez.
De soldado a espía
Después de
aquello, Loreta se volvió a casar y sufrir la muerte de su segundo esposo, el
capitán Thomas DeCaulp, lo que le hizo regresar al ejército para
participar de manera más activa. Tal fue la intensidad con la que vivía que se
vio preparada para asumir otro giro en su destino. En Richmond, Virginia,
aceptó convertirse en espía de la Confederación, y lo hizo tan bien que fue
trasladada a Washington, donde llegó a reunirse con Simon Cameron,
secretario de la Guerra del presidente Abraham Lincoln.
En 1876 publicó su polémica autobiografía, considerada
una farsa durante años
Y antes de
acabar la guerra, llegó a participar también en la organización de revueltas
en Ohio para liberar a los prisioneros de guerra confederados. No había
barreras para ella.
La guerra
por fin acabó y Loreto se dedicó a viajar por Europa,
después vivió en Venezuela y finalmente regreso a Estados Unidos, en un periplo
en el que le dio tiempo a casarse otras dos veces y tener un hijo.
Pero las
cosas no iban tan bien como ella esperaba y, en 1876, decidió escribir un libro
contando sus aventuras para conseguir algunos ingresos: «Una mujer en
combate: la historia de las hazañas, aventuras y viajes de la señora Loreta
Janeta Velázquez». Algunos estudiosos ven en estas memorias un relato
maquillado. Fueron incluso calificadas de farsa durante más de un siglo. Sim
embargo, muchos historiadores han descubierto recientemente documentos en los
Archivos de la Nación que demuestran que la historia de esta rebelde, cuya
muerte se produjo alrededor de 1897, y cuya tumba aún no ha sido encontrada, es
cierta… y ocurrió 150 años antes de que el Ejército de los Estados Unidos
permitiera legalmente a las mujeres participar en los combates.
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