jueves, 9 de septiembre de 2010

CHÁVEZ Y CASTRO: EL RECURSO DE LA MÍSTICA

Por Angélica Mora

Apuntes de una periodista 

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Chávez practica la devoción a María Lionza y a la Santería

En su Cubazuela mental, creen haber encontrado la vía perfecta para seguir adelante, dominando sus pueblos

Por Angélica Mora

DIARIO DE AMERICA

Hugo Chávez y Fidel Castro están echando mano a un viejo y efectivo truco para imponerse a sus respectivos pueblos: el empleo del misticismo.

El Presidente de Venezuela, preocupado hace tiempo por las elecciones legislativas que se van a llevar a cabo el 26 de septiembre, desde hace meses ha buscado soluciones al problema de su constante baja en la popularidad.
Ha recurrido a los amigos fieles y como los únicos que tiene están fuera de Venezuela ha pedido asesoría y consejos a sus aliados cubanos en el gobierno de la Habana.

Con ellos, seguramente, recibió el consejo de emplear el recurso de la superstición. Esto no es nuevo, en varios viajes que Chávez ha hecho a Cuba, ha tenido contacto con importantes santeros que lo han instruido en ese culto.

Gente que circula los medios de Miraflores y miembros del entorno privado del Presidente han indicado que Chávez practica la devoción a María Lionza y a la Santería.

El haber exhumado los restos de Simón Bolívar ha sido la demostración visible de sus creencias en el Más Allá . El espectáculo grotesco de su "asimilación" con el Libertador estuvo dirigido a las clases sociales de Venezuela que son supersticiosas y pueden creer en esa superchería de que él es ahora la reencarnación de Bolívar.

El mismo Chávez, en su sitio en Internet fue quien habló de esa "prodigiosa" reencarnación:

"Hola mis amigos! Que momentos tan impresionantes hemos vivido esta noche!! Hemos visto los restos del Gran Bolívar! Dije con Neruda:”Padre Nuestro que estas en la tierra, en el agua y en el aire… Despiertas cada cien años, cuando despierta el pueblo”. Confieso que hemos llorado, hemos jurado. Les digo: tiene que ser Bolivar ese esqueleto glorioso, pues puede sentirse su llamarada. Dios mio, Dios mio… Cristo mio, Cristo Nuestro, mientras oraba en silencio viendo aquellos huesos, pense en ti! Y cuanto quise que llegaras y ordenaras como a Lazaro: “levantate Simón, que no es tiempo de morir”. De inmediato recordé q Bolivar Vive!! Bolivar vive Carajo!! Somos su llamarada!! @chavezcandanga"

Su maestro, Fidel Castro, también empleó el truco de creerse Lázaro y usó todavía con mayor fuerza el recurso del misticismo, manipulando con arte y astucia, esta doctrina religiosa y filosófica que enseña la comunicación inmediata y directa entre el hombre y la divinidad.

Conociendo las creencias de los cubanos en la Santería el “recuperado" Convaleciente le declaró a Carmen Lira, editora del Diario La Jornada de México, que "resucitó" de entre los muertos.

La clave fue haber elegido este periódico de izquierda y luego deslizar en la entrevista este factor del misticismo, en la conversación de 5 horas que tuvo con la editora, el 30 de agosto pasado.

Tomado de La Jornada:

"La Habana. Estuvo cuatro años debatiéndose entre la vida y la muerte. En un entrar y salir del quirófano, entubado, recibiendo alimentos a través de venas y catéteres y con pérdidas frecuentes del conocimiento…

“Mi enfermedad no es ningún secreto de Estado”, habría dicho poco antes de que ésta hiciera crisis y lo obligara a “hacer lo que tenía que hacer”: delegar sus funciones como presidente del Consejo de Estado y, consecuentemente, como comandante en jefe de las fuerzas armadas de Cuba.

“No puedo seguir más”, admitió entonces -según revela en ésta su primera entrevista con un medio impreso extranjero desde entonces-. Hizo el traspaso del mando, y se entregó a los médicos.

La conmoción sacudió a la nación entera, a los amigos de otras partes; hizo abrigar esperanzas revanchistas a sus detractores, y puso en estado de alerta al poderoso vecino del norte. Era el 31 de julio de 2006 cuando dio a conocer, de manera oficial, la carta de renuncia del máximo líder de la Revolución cubana.

Lo que no consiguió en 50 años su enemigo más feroz (bloqueos, guerras, atentados ) lo alcanzó una enfermedad sobre la que nadie sabía nada y se especulaba todo. Una enfermedad que al régimen, lo aceptara o no, iba a convertírsele en “secreto de Estado”.

(Pienso en Raúl, en el Raúl Castro de aquellos momentos. No era sólo el paquete que le habían confiado casi de buenas a primeras, aunque estuviera acordado de siempre; era la delicada salud de su compañera Vilma Espín -quien poco después fallecería víctima de cáncer-, y la muy probable desaparición de su hermano mayor y jefe único en lo militar, en lo político, en lo familiar.)

Hoy hace 40 días Fidel Castro reapareció en público de manera definitiva, al menos sin peligro aparente de recaída. En un clima distendido y cuando todo hace pensar que la tormenta ha pasado, el hombre más importante de la Revolución cubana luce rozagante y vital, aunque no domine del todo los movimientos de sus piernas.

Durante alrededor de cinco horas que duró la charla-entrevista -incluido el almuerzo- con La Jornada, Fidel aborda los más diversos temas, aunque se obsesione con algunos en particular. Permite que se le pregunte de todo -aunque el que más interrogue sea él- y repasa por primera vez y con dolorosa franqueza algunos momentos de la crisis de salud que sufrió los pasados cuatro años.

“Llegué a estar muerto”, revela con una tranquilidad pasmosa. No menciona por su nombre la divertículis que padeció ni se refiere a las hemorragias que llevaron a los especialistas de su equipo médico a intervenirlo en varias o muchas ocasiones, con riesgo de perder la vida en cada una.

Pero en lo que sí se explaya es en el relato del sufrimiento vivido. Y no muestra inhibición alguna en calificar la dolorosa etapa como un “calvario”.

“Yo ya no aspiraba a vivir, ni mucho menos… Me pregunté varias veces si esa gente (sus médicos) iban a dejarme vivir en esas condiciones o me iban a permitir morir… Luego sobreviví, pero en muy malas condiciones físicas. Llegué a pesar cincuenta y pico de kilogramos.”

“Sesenta y seis kilogramos”, precisa Dalia, su inseparable compañera que asiste a la charla. Sólo ella, dos de sus médicos y otros dos de sus más cercanos colaboradores están presentes.

-Imagínate: un tipo de mi estatura pesando 66 kilos. Hoy alcanzo ya entre 85 y 86 kilos, y esta mañana logré dar 600 pasos solo, sin bastón, sin ayuda.

“Quiero decirte que estás ante una especie de re-su-ci-ta-do”, subraya con cierto orgullo. Sabe que además del magnífico equipo médico que lo asistió en todos estos años, con el que se puso a prueba la calidad de la medicina cubana, ha contado su voluntad y esa disciplina de acero que se impone siempre que se empeña en algo.

-No cometo nunca la más mínima violación -asegura-. De más está decir que me he vuelto médico con la cooperación de los médicos. Con ellos discuto, pregunto (pregunta mucho), aprendo (y obedece)…

Conoce muy bien las razones de sus accidentes y caídas, aunque insiste en que no necesariamente unas llevan a las otras. “La primera vez fue porque no hice el calentamiento debido, antes de jugar basquetbol.” Luego vino lo de Santa Clara: Fidel bajaba de la estatua del Che, donde había presidido un homenaje, y cayó de cabeza. “Ahí influyó que los que lo cuidan a uno también se van poniendo viejos, pierden facultades y no se ocuparon”, aclara.

Sigue la caída de Holguín, también cuan grande es. Todos estos accidentes antes de que la otra enfermedad hiciera crisis y lo dejara por largo tiempo en el hospital.

“Tendido en aquella cama, sólo miraba a mi alrededor, ignorante de todos esos aparatos. No sabía cuánto tiempo iba a durar ese tormento y de lo único que tenía esperanza es de que se parara el mundo”, seguro para no perderse de nada. “Pero resucité”, dice ufano.

-Y cuando resucitó, comandante, ¿con qué se encontró? -le pregunto.

-Con un mundo como de locos… Un mundo que aparece todos los días en la televisión, en los periódicos, y que no hay quien entienda, pero el que no me hubiera querido perder por nada del mundo -sonríe divertido.

Con una energía sorprendente en un ser humano que viene levantándose de la tumba -como él dice- y con la mismísima curiosidad intelectual de antes, Fidel Castro se pone al día.

Dicen, los que lo conocen bien, que no hay un proyecto, colosal o milimétrico, en el que no se empeñe con una pasión encarnizada y que en especial lo hace si tiene que enfrentarse a la adversidad, como había sido y era el caso.

“Nunca como entonces parece de mejor humor.” Alguien que cree conocerlo bien le dijo: “las cosas deben andar muy mal, porque usted está rozagante”.

La tarea de acumulación informativa cotidiana de este sobreviviente comienza desde que despierta. A una velocidad de lectura que nadie sabe con qué método consigue, devora libros; se lee entre 200 y 300 cables informativos por día; está pendiente y al momento de las nuevas tecnologías de la comunicación; se fascina con Wikileaks, “la garganta profunda del Internet”, famosa por la filtración de más de 90 mil documentos militares sobre Afganistán, en los que este nuevo “navegante” está trabajando.

-¿Te das cuenta, compañera, de lo que esto significa? -me dice-. Internet ha puesto en manos de nosotros la posibilidad de comunicarnos con el mundo. Con nada de esto contábamos antes -comenta, al tiempo que se deleita viendo y seleccionando cables y textos bajados de la red, que tiene sobre el escritorio: un pequeño mueble, demasiado pequeño para la talla (aun disminuida por la enfermedad) de su ocupante."

(Es lastimoso en este reportaje de La Jornada darse cuenta que Fidel está presentado como un Rey recobrando su salud.
Y lo más penoso… su acceso libre a la “maravilla” de Internet y a todos los servicios informativos que se le antojen, mientras los cubanos permanecen en la Edad Media informativa).

Pero volviendo al tema. Ahora, Fidel Castro va a usar -constantemente- este truco de "haber resucitado" con el pueblo de Cuba.

Con este factor quiere embaucarlo y tenerlo mentalmente prisionero, para distraerlo de los problemas de falta de libertad y de la enorme crisis económica que lo agobia

Decía, en anteriores artículos relacionados con el tema, que "No Solo de Pan vive el Hombre", sino también de encantamiento y Nerón le daba a los suyos "Pan y Circo" para tenerlos contentos.

El Castro I ha sido siempre muy astuto y sabe como manipular las creencias y supersticiones de su pueblo.
Por algo se colocó granos de trigo en el hombro, en su primer discurso al bajar de la Sierra Maestra, para hacer creer que le bajaba el Espíritu Santo.
Y fomentó para siempre ese mito.

Hoy no se cansa de hablar de su "resurrección", del regreso desde el mundo de los muertos cual Lázaro cubano, pero desliza la creencia que fue por "motu proprio", endógeno, o sea por su propia fuerza de voluntad y sin intervención de Dios para nada.
Y si los cubanos piensan que el Diablo está detrás de todo esto, mucho mejor.

Lo mismo piensa Chávez y parece que juntos, en su Cubazuela mental, creen haber encontrado la vía perfecta para seguir adelante, dominando sus pueblos.

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