ROSA MONTERO
Mañana se presentará en Madrid una plataforma de españoles en defensa de la democratización de Cuba. Lo sé porque la he suscrito, junto con más de 60 personajes públicos, pensadores, artistas plásticos, académicos, escritores, directores de cine, actores, músicos, muchos de ellos primerísimas figuras dentro de su campo y además, y esto es quizá lo que más me gusta, pertenecientes a un amplio espectro de opinión
Y digo que esa diversidad me gusta porque me recuerda los últimos años del franquismo, cuando el obvio derrumbe de la dictadura propició la creación de plataformas ciudadanas en apoyo del proceso de normalización política. Porque en los instantes finales es cuando más se necesita un empujón de toda la gente de bien, un acuerdo de mínimos que permita abrir la puerta de la libertad. Y, en la Cuba de hoy, ese acuerdo pasa por una elección fundamental entre democracia y totalitarismo. Algo tan sencillo y tan enorme como eso.
No cabe la menor duda de que la dictadura castrista va a caer. El problema es saber cuánto sufrimiento causará, cuántos sacrificios más exigirá, como un tótem bárbaro, antes de acabarse. Se acerca para los cubanos el momento de la grandeza, uno de esos críticos umbrales de la Historia que hay que saber cruzar para ganarse el futuro. Nosotros, en nuestra Transición, supimos hacerlo: la sociedad entera supo ser generosa y escoger la convivencia. Ahora hay que apoyar a los cubanos, hay que ayudarlos a desembarazarse cuanto antes de las ensangrentadas telarañas de un régimen inmoral y tan escandalosamente ineficaz en el que, por ejemplo, la zafra azucarera de este año ha sido peor que la de 1905. Y después, una vez derrumbadas las rejas de esa gran prisión que es la isla de Cuba, tendrán que aprender a entenderse y respetarse. Es un momento crucial. No los dejemos solos.
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